lunes, 25 de mayo de 2009

Perudoja

Veía el partido de la final de la Copa UEFA entre el Werder Bremen alemán y el Shakhtar Donetsk Ucraniano con unos amigos y otras personas. Desde ya me sorprendía el número de personas concentradas para ver dicho encuentro. El año pasado la final que ganó el Zenit de San Petersburgo al Rangers escocés no concentró, al menos desde mi perspectiva, una mínima audiencia peruana. Este año todo lo contrario. Ello llevó a preguntarme la razón de tamaño cambio y pretendí encontrarla en el transcurrir del encuentro. La verdad es que me negaba a creer que era por la participación de Claudio Pizarro. Este es abiertamente detestado en el país y pocos dicen que lo tienen como referente. Muchos menos son los que lo admiran (si los hay) y los que lo dicen no son sino tan apátridas como el propio Pizarro.


Sin embargo, pude ver que mi percepción sobre la opinión de mis connacionales sobre Pizarro era errada. O eso sugería esa pequeña muestra.
Todos estaban entusiasmados. Algunos habían faltado a sus clases (bien por excusa, bien por "amor" al fútbol); otros, los menos, decían solo querer ver un buen espectáculo de fútbol; mientras que otros decían "hacer hora". En fin. Todo tipo de fundamentos ante la final de la Copa UEFA. Pero ninguno mencionaba a Pizarro en sus argumentos. Era como una vergüenza. Pese a ello, extraña cosa, ocurría que cada ataque del Bremen contenía respiraciones colectivas. Cuando la tocaba Claudio la cosa era aun más explicita y ya todo era emocionante. Y cuando aquel quedó de cara al gol, los gritos se escuchaban de todo sitio. Desde el que lo tildó clásicamente como malo hasta el que momentos antes se había despachado con infinitas palabras poco buenas.

Tras el gol fallado y la tristeza generalizada, tristeza mía también (como no), solo atiné a esbozar una pequeña sonrisa. Sonrisa fundada en la contradicción plena de mis compatriotas.
Más aun, tras la derrota del equipo del peruano había cierta tristeza, pero a la vez un raro recocijo por la poca fortuna de cara al gol de Pizarro. Una suerte de jactancia al haber confirmado la opinión que se suele expresar sobre el delantero.

Contradicciones que sospecho van más allá de la concepción de fútbol y que ya nos lleva a un plano sociológico. La verdad no lo sé. Lo que me atrevo a afirmar desde mi plena subjetividad es que en el fondo queremos que Pizarro gane todo. Pero no por ser Pizarro, sino por poseer fundamental condición de eso que se resume como peruano. Lo que no entendemos es que lo uno no está desligado de lo otro. Se trata, entonces, de unificarlo (ante tanto manoseo ya se lo suele cosificar) y de seguir escuchando, felices, los continuos bombardeos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario