miércoles, 22 de abril de 2009

No ha delinquido, ha Pecado...


En un mal partido, la Universidad San Martín logró empatar 1-1 al Nacional uruguayo sobre el final. Está claro que no jugó bien, que estuvo falto de ideas para llegar al arco rival con cierto peligro y que no tuvo la contundencia habitual. Sin embargo, más allá de la percepción- válida- del mal juego y de la poca ambición inicial, se debe rescatar algunos puntos que permiten al hincha (bueno, los peruanos en general), seguir teniendo fe en el santo.

San Martín desde el inicio pretendió imponer su ya clásico juego de toque y tratar que en esa rutina se abran espacios para desestabilizar defensas y llegar al arco contrario. Pero precisamente lo que pretendió resultó ser lo que hizo Nacional. Los uruguayos recuperaban el balón, lo rotaban y con vertiginoso ritmo atacaban en campo enemigo. Y es aquí donde rescato el trabajo de Rivera y sus muchachos para sobreponerse a la crisis, ordenarse en defensa y en contención para tener finalmente el balón y atacar. Se tuvo paciencia. Pero aún hay más cuestiones positivas dentro de la conclusión negativa general.

Está demás decir que el equipo peruano no tuvo ambición suficiente, que le faltó ganas y hasta me atrevería a decir que respetó mucho a un rival que se mostró tan o más apático. Cualquier otro equipo, sobre todo peruano, se hubiera desesperado y hubiese terminado jugando al pelotazo, situación donde inevitablemente perdería ante un fornido típico equipo uruguayo. Sin embargo, supo controlar la ansiedad y respetó su idea de juego y funcionó como colectivo, aunque sin efectividad. El gol uruguayo no fue sino una muestra de lo mal que jugaba el local (y Nacional jugaba igual o peor) y que tener la pelota no signfica en lo absoluto ser superior. Pero el gol no los amilanó.

Muy por el contrario fue el momento de cambio diametral en el encuentro. La San Martín siguió tocando, pero a un ritmo ahora frenético y con tremendo vértigo.
Lo que no hizo en 80 minutos lo hizo en los últimos 10 y demostró tener hambre de victoria y amor propio.

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