martes, 21 de abril de 2009

Graduado y a segunda ronda

Ya van dos décadas en las que mi generación y yo venimos escuchando eso de que “la U es el más grande del país” o, con mayor contundencia aun, “La U es el Perú”. Escribo una y recuerdo muchas más frases, muchos más clichés que para muchísimos- estoy seguro- hasta hace unos días resultaban “huecos”, infundados y hasta jocosos. La única línea de coherencia entre dichas frases y la realidad la encontraba-sin malas intenciones y risa absurda mediante- en que la U andaba tan mal como la Selección. Es decir, todo lo contrario a lo que se pretendía difundir. Hasta ahora.

Sucede que finalmente hay una notable correlación entre lo que históricamente se ha dicho, lo que se percibe en la cancha y los resultados. Universitario le ganó al Libertad paraguayo 2-1, pero le ha ganado bien. En tamaña competencia como la Copa Libertadores no es menor el hecho de haber remontado el partido tras ir perdiendo 1-0 y peor aún si tienes en frente al puntero no solo de tu grupo, sino de todo el torneo. Usualmente a los equipos peruanos les costaba (y nos sigue costando) siquiera superar la crisis de un gol e ir perdiendo. Levantar cabeza, asimilar el golpe y pelear el partido era una situación, por decir lo menos, inusual (recordemos sino como nos afectó el primer gol chileno de haces unas semanas). La U sufrió un gol de camerino, hubo caras de desconcierto, pero no de resignación. Se ordenaron las líneas, se comenzó a rotar el balón con rapidez desde la primera línea de volantes para ir ganando confianza y luego avanzar en conjunto, cuando no un desconcertante largo pase de Solano. Pero la U es un equipo y no unas cuantas figuras.

Al principio del campeonato Solano fue el goleador del equipo y todos decían que la U era Solano más diez. Y tenían razón. Luego siempre se destacaba la solvencia y guapeza de Galván en la saga crema y que sin él la defensa era mucho más endeble. Y también tenían razón. Pero no deja de ser cierto tampoco que ahora la U ya no depende de uno o dos jugadores. La U le ganó al Cristal sin Solano ni Galván y sin este último al Libertad.
Esto muestra que las figuras son importantes, sí, pero para encontrar claridad en un esquema bien diseñado. Sin ellos la vida no se acaba y se puede jugar bien si es que todo el equipo sabe a qué jugar, si existe una propuesta interiorizada y si la solidaridad va desde Fernández hasta Calheira. Este armazón existe y su cabeza es Juan Reynoso.

Reynoso ha sabido armar un grupo que se amolda a su propuesta de juego vertical y vertiginoso, donde la dinámica es el juego a dos toques, el ataque en bloque (o sorpresas con exactos pases de Solano) y la marca es deber de todos. Pero para que ello funcione es indispensable que la convivencia del grupo sea saludable y el principal promotor de ello es el técnico y la directiva. Ha sabido conjugar egos difíciles, que en muchos casos no tienen ambiciones mayores, que están conformes con la competencia doméstica y con economías salvadas. Inyectarles, primero, esa noción de que no son menos que los demás; luego que su nombre va a ser revalorado y su cotización va a ser mucho más interesante y quizás algunos puedan emigrar; finalmente que el éxito no estriba solo en lo económico, sino en la trascendencia que da la gloria de ser actor principal de un certamen internacional y que estás representando no solo al mayor equipo del país, sino al Perú entero.

Lo hecho por Universitario de Deportes no se circunscribe al ámbito internacional y muestra también buen fútbol y contundencia en el campeonato local, donde es el puntero. Esto no es sino una muestra palpable de la regularidad que esta logrando el club. Se puede ganar o perder, pero siempre tras haber practicado un buen fútbol, tras haber sido fiel a la misma propuesta futbolística y, como no, tras haber entregado todo el esfuerzo posible en cancha. La U, junto con la Universidad San Martín, está lavando de algún modo la nefasta imagen del seleccionado nacional en los últimos años. Nos muestra al menos pequeños rasgos, pequeñas huellas de victoria en un casi total abismo futbolístico.

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